VI Premio Clavero
El galardón fue concedido al jurista Manuel Olivencia.
Sevilla, 19 de mayo de 2017
La ceremonia de entrega del VI Premio Manuel Clavero, que se celebró la pasada noche del miércoles en el Real Alcázar, fue antes que nada el encuentro entre dos amigos antiguos cuyas vidas han transcurrido paralelas. Como se encargaron de dejar claro los diferentes intervinientes en el acto, son muchas las cosas que unen a Manuel Clavero -que da nombre al galardón- con Manuel Olivencia, ganador de la última convocatoria. Ambos coincidieron en las aulas de la vieja Facultad de Derecho de la calle Laraña, ambos fueron maestros y gestores universitarios, ambos se dedicaron con pasión a la abogacía y sirvieron con lealtad al Estado, ambos fueron políticos honrados, idealistas y pragmáticos… y ambos son entusiastas béticos. «Aunque tú siempre has ido un paso por delante de mí, Manolo», aseguró humilde Manuel Olivencia, quien no ocultó en ningún momento su veneración por un personaje al que considera «modelo de ciudadano, cives, miembro de la civitas, raíz de donde deriva un término tan importante como civilización».
El premiado concibió gran parte de su intervención en el Patio de la Montería como un diálogo con su amigo y compañero de mil batallas Manuel Clavero. Se remontó Olivencia al paso de ambos por la Facultad de Derecho: «Tú, en cuarto cuando yo estaba en primero. Dos años más tarde, te convertiste en maestro mío». Se inició así una larga relación que, como primera parada, les llevaría a formar parte del gobierno universitario. «Siempre más que yo, llegaste a rector; yo no pasé de decano. Lo fui, detrás de ti, de Derecho y cuando de rector conseguiste la creación de la Facultad de Ciencias Económica y Empresariales, me propusiste como decano-comisario». Un poco antes, durante su intervención, el propio Manuel Clavero recordó este episodio: «Cuando el ministro de Educación don José Luis Villar Palasí me dijo que se necesitaba un hombre de prestigio para crear una Facultad tan importante de la nada y que si había alguien que fuera capaz de hacerlo, le dije que ese hombre existía: don Manuel Olivencia».
Fue recordando estos tiempos de gobierno universitario cuando Olivencia hizo una revelación al divertido público: «También eras más bético que yo». Como ejemplo, puso aquella Junta de Gobierno de la Hispalense, celebrada en domingo, en la que Clavero tenía sobre la mesa una radio cuyo volumen subía cada vez que había una conexión con el campo del Betis. «Las conexiones con el Villamarín eran normales y no necesitaban explicación; pero cuando el transistor dijo: ‘Conectamos con la Creu Alta, Sabadell-Mallorca’, y ordenaste silencio, te viste obligado a justificarlo y, con la misma seriedad con que dirigías la Junta de Gobierno de la Universidad, dijiste: -‘Este partido es muy importante, porque de ganar el Mallorca puede superar al Betis-«. También queda para la historia el momento narrado por Olivencia en el que Clavero abrazó la tele cuando un penalti marcado por Esnaola daba la primera Copa del Rey Juan Carlos al equipo verdiblanco.
Pero, más allá de estas anécdotas, Olivencia observa un paralelismo fundamental con Clavero. «Tú y yo somos juristas, que hemos dedicado la vida al Derecho, a enseñarlo, a interpretarlo, a aplicarlo, a investigarlo, a crearlo; a servir a la Justicia y a pedirla».
En el paso por la política de ambos se vuelve a repetir el mismo esquema de vidas paralelas. Clavero siempre un poco más adelantado que Olivencia. «Tú, siempre más, llegaste a ministro; yo no pasé de Subsecretario. Lo fui de Educación y, con el mismo rango, lo fui como Comisario General de la Expo-92». Aquí, el también Hijo Predilecto de Sevilla, quiso hacer una pequeña reflexión sobre uno de los momentos más amargos de su vida profesional, cuando fue destituido por el Gobierno siete meses antes de la inauguración del evento. «Cuando vi que el tema de Estado al que había sido llamado se convertía en tema de partido, dimití, pero mi dimisión no fue aceptada porque supondría un escándalo internacional en perjuicio del éxito de la Expo. Consentí en la continuidad hasta que, por ejercer las funciones de mi cargo y velar por el respeto al Derecho, resulté molesto» y terminó siendo destituido. Aún así, Olivencia reivindicó su labor al frente de los preparativos de la Expo: «Algo hice en siete años de trabajo. De la nada a la mejor Exposición Universal de la historia».
No fue la única reivindicación que hizo Olivencia de su trayectoria. «Me siento orgulloso de los éxitos obtenidos en la cátedra y en el foro. He contribuido algo a modernizar el Derecho español. He sido, como tú, renovador, vanguardista, pionero… progresista en el más digno significado de la expresión».
Especialmente emocionante fue el discurso del discípulo de Olivencia y presidente del jurado, José Luis Ballester, a quien no se le escapó que «hoy convergen en este Premio el ejemplo y la vida de dos maestros excepcionales que han contribuido a hacer mejor el mundo nuestro de hoy», además de recordar sus grandes aportaciones a la ciencia jurídica: el Código Olivencia, la Ley Concursal, los trabajos continuos en la Comisión General de Codificación y en Comisión de Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (Uncitral), etcétera.
Ballester destacó la condición de «servidor publico» de su maestro, quien deja una lección difícil de olvidar: «El Derecho nunca puede ser una rémora de la actividad, sino garantía de su corrección y del servicio a los intereses generales». Una más: «La contraposición entre eficacia y Derecho es falsa porque no existe una actuación eficaz al margen de la ley y es ésta la que garantiza la justicia y la seguridad jurídica». Un claro guiño a lo sucedido con la Comisaría de la Expo y el gobierno del momento (PSOE)
Ballester se preguntó cómo definir a Manuel Olivencia. La respuesta fue entusiasta: «Hace tiempo que hice mía la forma en que su admirado Julián Marías definía a su maestro Ortega, tan citado en sus escritos. Decía que era como el sol, cálido y luminoso. Así le veo yo también don Manuel, cálido y luminoso. Hemos recibido el calor de su amistad de un amigo de sus amigos de un amigo seguro y afectuoso».
Fueron muchas las personas que quisieron acompañar e intervenir en el homenaje a Manuel Olivencia. Para el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, que le dio las gracias en nombre de la ciudad, «es una institución» que, al igual que Clavero, ha trabajado «por Sevilla, por Andalucía y por España», dejando «bien alto el pabellón de Sevilla». «Sin su trabajo no hubiese sido posible la gran transformación de la ciudad en la Expo 92. Hoy, gracias a él, la Isla de la Cartuja es un parque científico y tecnológico», aseguró el regidor.
Por su parte, el presidente del Grupo Joly, José Joly Martínez de Salazar, destacó que «el Estado siempre ha encontrado en don Manuel a una persona dispuesta a sacrificar sus intereses particulares». El editor de este periódico recordó el compromiso que ha tenido Manuel Olivencia con el galardón que ahora ha recibido, cuyo jurado presidió en las cinco ediciones anteriores. «Este año le tuvimos que pedir que lo dejase para poder concederle el premio».
Asimismo, el vicepresidente y consejero de Presidencia, Administración Local y Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía, Manuel Jiménez Barrios, aseguró que Olivencia «ha dejado una huella importante en la ciudad. Da vértigo pensar en su biografía», al mismo tiempo que destacó su «gran aportación al Derecho Mercantil en España».
Aunque en el acto estaba presente el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, por parte del Gobierno de España tomó la palabra el ministro de Justicia, Rafael Catalá, quien alabó el «magisterio no sólo técnico y jurídico, sino también político,» ejercido por Manuel Olivencia. «Muchos hombres del Gobierno y de Estado han pasado por sus aulas»
Catalá quiso destacar, en general, el papel clave desarrollado por la Facultad de Derecho de Sevilla en la Transición democrática.
Diario de Sevilla